No se trata de un coche especialmente ligero, ya que su peso en vacío es de 1.650 kg, pero con el 2.5 TFSI bajo el capó se mueve con mucha soltura. A su favor hay que decir que conseguimos un consumo medio de unos 15,5 litros (homologa 9,1) a los cien kilómetros por tramos de costa con muchas curvas y haciendo uso de su capacidad de aceleración constantemente.
El sistema de frenos está a la altura de las circunstancias con unos discos ventilados de 370 milímetros en el eje delantero y de 310 milímetros en el trasero. La mordida es considerable y además no fuimos capaces de notar ningún signo de fatiga después de hora y media haciendo buen uso de ellos.
En definitiva, el RS3 Sportback tiene un marcado carácter deportivo, permite unos ritmos exagerados
tanto por tramos revirados como por carretera y además no es incómodo.
Obviamente, no es un coche burgués (suspensión deportiva, rebajada,
neumáticos de perfil bajo…), pero el equilibrio entre la efectividad y la comodidad está muy bien conseguido.
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